"El
país ha tomado conocimiento que la empresa Endesa España, controladora
de Enersis, la que a su vez es controlada por una endeudada empresa
italiana, ha decidido hacer de Chile la base de una cuestionada
operación financiera. Esta se ha vestido con ropajes de una operación
seria, en circunstancias que resulta elemental concluir que constituye
un grave atentado a la fe pública financiera, a la propiedad de
accionistas, a todos los chilenos que cotizan en los fondos de pensiones
y una forma indebida, aunque hábilmente elíptica, para obtener recursos
para abordar los graves problemas que se enfrentan en el continente
europeo."
Enersis
originalmente era Chilmetro, una empresa del Estado de Chile que se
privatizó durante la dictadura bajo la fórmula del capitalismo popular.
Tres o cuatro años después un grupo de ex ejecutivos liderados por José
Piñera y José Yuraseck, tomaron el control y el poder político para
todas las decisiones de la compañía.
Avanzaron
sin transar durante los gobiernos de la Concertación, hasta lograr una
sólida posición en el mercado, minuto en el cual vendieron a Endesa
España el control político de las empresas eléctricas involucradas que a
esas alturas eran las principales del sistema interconectado central de
Chile (SIC). En dicha operación fue determinante el pago que hizo en
forma especial y excepcional al grupo controlador, la sociedad española.
Esta operación se desarrolló a través del subterfugio de pagar un alto
sobreprecio a las empresas controladoras de Endesa, Enersis, Chilectra.
En
1997 el escándalo remeció al país. Las cosas parecían haber llegado muy
lejos. Un destacado accionista minoritario de la época, don Sebastián
Piñera, logró que sus derechos accionarios se reconocieran al mismo
valor que aquellos que habían logrado los propietarios del grupo
controlador. El resto de los accionistas siguió acciones judiciales cuyo
resultado es muy incierto. Se multó históricamente a los afectados y se
hicieron investigaciones que terminaron con multas insignificantes a la
empresa española. La empresa española se quedó con el negocio y a
partir de ahí desarrolló una segunda conducta que materializó en algunos
años consistente en tomar el control total de Endesa-Chilectra,
transformándolas en sociedades filiales, con lo cual lograba tener el
control absoluto de todas las decisiones.
Este
segundo aspecto también se debatió públicamente y los que firmamos esta
carta nos opusimos a ese intento de concentración del mercado.
Lamentablemente en la Corte Suprema por 3 votos a 2 se rechazó un
recurso de queja y en la Comisión Antimonopolio de la época los
funcionarios de gobierno colaboraron con su voto a la mantención de la
situación que habíamos denunciado y que el Fiscal Económico de la época
intentó detener infructuosamente.
Hoy
día se anuncia una nueva operación del mismo corte, en el que siempre
la hoy empresa española-italiana, saca la mejor parte —a cambio de todos
los chilenos—, a través del daño que causa a los fondos de pensiones y
desde luego a todos los accionistas. Es un patrón de conducta
reiterativo, altamente peligroso que debiera hacer reaccionar en forma
drástica y definitiva a la autoridad de Chile. Ningún inversionista,
por grande que sea su poder y por respetable su derecho de propiedad,
puede hacer en el uso y goce de su derecho daño a quienes le dan
sustento económico y patrimonial a su emprendimiento.
Las
razones que ha dado el accionista mayoritario para citar a una junta de
accionistas con el fin de materializar un aumento de capital, no
convencen a nadie. Sin embargo, es obvio que para los efectos que se
buscan Chile es extraordinariamente útil, puesto que el dólar es barato
en nuestro país y pueden así obtener un financiamiento para llevarlo
fuera de Chile, a precios más convenientes que el alto costo que
significaría endeudarse en España o Italia, si es que alguien les presta
esas magnitudes en mercados internacionales. Tampoco cabe descartar que
la operación tenga una ulterioridad no menor consistente en que este
cartel latinoamericano tendría un mejor precio vendido como un paquete,
que la venta individual de las sociedades de generación y distribución
que controla Enersis. Eso sería particularmente grave si estuviera en el
fondo del asunto, porque muchas personas están vendiendo sus acciones
baratas en circunstancias que a poco andar pudieran costar mucho
dinero.
Nos
llama poderosamente la atención que se mencione que habría opiniones
de abogados y de prestigiosos estudios que avalarían esta operación. Si
así fuera, quiere decir que se ha llegado muy lejos en el nivel de dar
en el gusto a iniciativas que causan daño a toda la economía nacional.
Las normas societarias no se manejan como una isla, sino que están
interrelacionadas con todas las normas del derecho y cuando una acción
causa daño no puede estimarse que ella se ajusta a derecho.
Que
los principales directivos de la Bolsa de Comercio de Chile donde se
haría la “operación”, estén en el directorio de Enersis, nos transforma
simplemente en un país bananero.
(*) Abogados
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