El oscuro rastro en la aprobación de hidroeléctricas del río Achibueno y de Aysén

Fuente: CIPER Chile

En una polémica decisión, mucho más política que técnica, organismos del Gobierno aprobaron los estudios de evaluación de impacto ambiental, de los proyectos de las centrales hidroeléctricas en la Patagonia de Aysén y en el río Achibueno en Linares. Los proyectos, a pesar de ser muy distintos entre sí, fueron aprobados de manera prácticamente coincidente en el tiempo.

Las diferencias son notorias: mientras que en Aysén se pretende construir represas gigantescas con potencias de miles de megawatts y que aportará 22% de la energía al sistema interconectado central (SIC), en el río Achibueno, se proyecta construir en cambio dos centrales de pasada de sólo 135 megawatts de potencia instalada, que aportarían menos del 1% de la capacidad instalada actual del SIC .

También, a diferencia del popular rechazo en la sociedad que ha tenido Hidroaysén, las centrales del río Achibueno solamente se les ha opuesto, según encuestas, el 84 % de los linarenses.

Sin embargo, también existen coincidencias en ambos proyectos, que en una verdadera democracia los ciudadanos tienen derecho a conocer.

La génesis de las represas: derechos de agua

En el año 1990, cuando se inició la transición a la democracia, la Dirección General de Aguas (DGA) a cargo de Eugenio Lobo Parga otorgó un total de 4.816 metros cúbicos por segundo de derechos de agua para uso no consuntivo permanente y continuo. Estos son el tipo de derechos de agua que se usan mayoritariamente para generación eléctrica y se otorgaron gratuitamente, pese a que una vez otorgados constituyen un bien de muy alto valor para los así favorecidos por la autoridad.

Del total de estos derechos, el 74 % fue concedido por la DGA hasta pocos días antes del 11 de marzo de 1990, fecha en la cual asumiría la presidencia Patricio Aylwin luego de 17 años de dictadura militar. En otras palabras, los derechos de agua fueron otorgados por funcionarios públicos convencidos que serían reemplazados o al menos estrictamente controlados por las autoridades democráticas después del 11 de marzo de ese año. La principal empresa eléctrica del país, Endesa, a la sazón en manos de conocidos colaboradores de la dictadura, fue gratificada con el 97 % de los derechos concedidos en ese par de meses de 1990 antes del avenimiento de la democracia. En ese 97 % estaban incluidos 3.372 metros cúbicos por segundo de derechos de agua en Aysén.

En ese mismo período, el 28 de febrero de 1990 el señor Lobo Parga concedió a doña Beatriz Cortés Torres los derechos de agua no consuntivos de caudales inexistentes en el Río Achibueno, hecho que escapa a toda lógica. Son caudales inexistentes, porque en el curso superior del río la DGA otorgó 30 metros cúbicos por segundo y 60 para el tramo inmediatamente inferior, en circunstancia que dichos caudales están históricamente presentes sólo en tres o cuatro meses del año en promedio. Como directo testimonio de la aseveración anterior, la propia empresa hidroeléctrica que pretende construir las centrales del río Achibueno, pese a poseer hoy día la totalidad de los derechos de agua de Beatriz Cortés, tomó como caudales de diseño sólo 16 metros cúbicos por segundo en el tramo superior y 34 en el tramo inferior; es decir, utilizará solamente algo más de la mitad de los derechos que posee. La DGA del señor Lobo aprobó en sólo dos meses y con su planta de funcionarios a media máquina, por las vacaciones de verano, tres cuartos de la tarea de todo un año.

La desinformación

Otro de los factores en los que existen coincidencias entre los proyectos de Aysén y del río Achibueno es en una soterrada labor de desinformación, en la que han participado diversos medios y actores. A nivel general, ambos proyectos han utilizado una verdadera campaña del terror centrada en futuros apagones generales, veladas amenazas de racionamiento eléctrico e incluso presuntas crisis económicas, derivadas de lo anterior.

Por ejemplo, y en el caso de las centrales del río Achibueno, el principal medio de prensa escrita de la región – el diario El Centro de Talca – se ha referido al proyecto hidroeléctrico como “las mini centrales de paso”. Calificar a un complejo hidroeléctrico de dos centrales con un total de 135 megawatts de potencia instalada como mini centrales no puede ser otra cosa que ignorancia absoluta en la materia o un intento por minimizar el problema frente a la comunidad regional a la cual el periódico informa. Cabe señalar que en algunos países de la OECD, organización de la cual Chile es país miembro, son calificadas como mini centrales eléctricas aquellas cuya potencia instalada es inferior a 10 megawatts.

Otro ejemplo se produce durante la inspección en terreno efectuada en helicóptero por el ministro Víctor Stenger Larenas de la Corte de Apelaciones de Talca, tribunal con jurisdicción en el territorio en el cual está el río Achibueno y Linares. Esta inspección se realiza producto de un recurso de protección interpuesto en contra de la aprobación ambiental al proyecto de las centrales. Frente a numerosos testigos, el juez ministro llama “piscinas” a los grandes tranques de almacenamiento de agua que contempla el proyecto. Los tranques son tres, ocuparán una superficie cercana a las treinta hectáreas y contendrán en total el equivalente en volumen a unas veinticinco mil piscinas de uso doméstico para una familia acomodada. Desgraciadamente, el concepto de piscina utilizado quedó también incorporado a la sentencia del 6 de mayo de 2011, en la cual la Corte de Apelaciones rechazó el recurso de amparo.

En el mismo fallo judicial se señala que durante la inspección en helicóptero se observó que “desde la altura no se divisó fauna, salvo animales domésticos en poca cantidad”. En efecto, el sobrevuelo del helicóptero policial de doble turbina se efectuó en general a cientos de metros de altura, a una velocidad del orden de los doscientos kilómetros por hora y sobre un valle precordillerano estrecho, generosamente dotado de un denso bosque nativo y de matorrales. En esas condiciones incluso una manada de elefantes podría haber pasado desapercibida para el pasajero desde la ventanilla trasera de un helicóptero. Además, la fauna silvestre chilena en la zona del Achibueno se caracteriza por su tamaño pequeño (no mayor a un puma).

La resistencia dilatoria

En diciembre del año 2004 la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) de la Región del Maule solicitó oficialmente al Consejo de Monumentos Nacionales que en conformidad a su ley orgánica declarara “Santuario de la Naturaleza” al sector de las Ánimas de Achibueno; declaración que implicaba derechamente que nunca pudieran construirse centrales hidroeléctricas o intervenirse de cualquier manera el río Achibueno y su sector aledaño. Curiosamente la CONAMA regional fue la misma que posteriormente, esta vez con otras autoridades, aprobaría el proceso de evaluación ambiental de las centrales hidroeléctricas en el mismo sector del Achibueno. Pero, en el Consejo de Monumentos Nacionales la solicitud formal del año 2004 cayó en el pozo más profundo de los recovecos del Estado. Nunca más se supo que había pasado.

También llama la atención que en el proceso de evaluación ambiental de ambos proyectos hidroeléctricos, el de Aysén y el del río Achibueno, las empresas hidroeléctricas recurrieran al mecanismo de ingresar en fechas muy estratégicas “cartas de solicitud de suspensión de plazos”para aparentemente lograr que la evaluación ambiental de su proyecto terminara siendo definida por autoridades del Gobierno actual en lugar del anterior. Todo ello, tal vez con el convencimiento de que un gobierno de derecha sería más proclive a la aprobación que el conglomerado de centro izquierda del Gobierno anterior.

Para ilustrar mejor el caso, cabe destacar que las elecciones de segunda vuelta presidencial se realizaron el 17 de enero de 2010 donde resultó electo Sebastián Piñera; cinco días después Hidroaysén ingresó al proceso una carta solicitud de suspensión de plazos y, un par de semanas después de la elección, la Hidroeléctrica Centinela hizo lo propio para el proceso de evaluación en el río Achibueno.

La resistencia dilatoria es una táctica que se emplea para lograr un resultado favorable en un escenario propicio más adelante en el tiempo. Si esa fue la intención de las hidroeléctricas, sin duda que la táctica les dio un muy feliz resultado.

Eduardo de la Fuente Ceroni
Ingeniero Civil Electricista
Pontificia Universidad Católica de Chile
Linares, Chile, Mayo de 2011.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario