AYSÉN, LA GRAN PILA DE CHILE

Patricio Segura Ortiz Periodista

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Podría hablar de números, cifras y dólares. Podría tirar a la mesa las lucas en turismo, en profundización de nuestro desarrollo sustentable. Podría declamar sobre nuestra querida Trapananda o la vida especial, distinta, que en cada rincón de este trozo de Patagonia emerge. Vida especial que hace que cuando le abres los ojos al nortino sobre otro mundo posible (como dicen en Porto Alegre) te mire como si fueras Heidi bajando de la montaña.
Pero no, como dijo Luca.
No es momento de lanzar al ruedo más datos que se pederán en la maraña de los miles de millones de verdes dólares en juego, los miles de eléctricos megawatts, los supuestos millones de chilenos que se beneficiarían con embalses ahogando bosques y llanuras, y los miles de kilómetros de cables marcando para siempre la faz de nuestro hermoso territorio, de nuestro hermoso suelo austral.
Aunque a los economistas no les guste, los abogados repitan y repitan que las batallas no se ganan con mensajes al alma sino con escritos y querellas, y muchos ingenieros -demasiados quizás- se rían de los castillos en el aire (porque según ellos, tan lógicos ellos, las nubes no resisten porque no son de hormigón) el cariño a este Aysén hermoso, púber, es lo que a muchos nos mueve en la batalla por lo nuestro. Por preservar lo propio.
Uno de los gritos ha sido que no queremos ver esta tierra convertida en una pila, la gran pila de Chile, cruzada por cientos de kilómetros de tendido de alta tensión. Y pienso… “alguien está intentando estafarme, porque ése no es el Aysén que yo quiero”.
Y nos están timando usando el viejo recurso de los que saben: escamoteando la información. Porque hoy, cuando se pregunta a empresas como Endesa, Colbún o Falconbridge (las que quieren represar nuestros ríos, las dos primeras el Baker y el Pascua, la tercera, el Cuervo) dicen, “estamos haciendo los estudios”. Por cierto, y nos entregarán la información cuando los tengan listos, cuando los conviertan en un bendito estudio de impacto ambiental, el cual como ciudadanos tendremos dos meses para conocer.
Pero claro, calladitas, muy calladitas pero efectivas, estas empresas distribuyen sus bonitos folletos a todo color, regalan frazadas, reparten cuadernos con lindas fotos y esperanzadores textos, financian campañas en radios y diarios, pagan cuentas de todo tipo. Ahí sí cuentan su verdad, donde nos dicen “esto es para el bien del país y de la región”, pero que en el fondo es “esto es un buen negocio, es dinero para nuestros accionistas, y una lástima que tenga que ser en tu casa”.
Porque la gente debe saber que el principal motivo por el cual antes no se han construido represas en nuestra región es porque no había cómo llevar la energía al norte. Y que si se llega a instalar el tendido eléctrico para los 2.500 megawatts del proyecto de Endesa y Colbún (y que muchos quieren que se amplíe), nadie podrá evitar que se construya la represa de Falconbridge en el río Cuervo, y luego en el Blanco y el lago Cóndor, o la propia Endesa, esta vez en la cuenca del Palena. Y ésa, incluso, al parecer ya tiene nombre: Rosselot. Esto, sin contar lo que propone AES Gener, que está solicitando el 80 por ciento de todos los derechos de agua no consuntivos que están en trámite en Aysén. Sí, Aysén lleno de represas es la consigna.
Y la gente también debe saber que el tal proyecto país no es más que un bluff de quienes ven mucho dinero en las represas, y no reconocen que en el fondo la energía se la quieren vender a las mineras, según lo han dicho las propias compañías. Entonces, ¿de qué proyecto país estamos hablando? Son éstas las mismas empresas que cuando se planteó la posibilidad de establecer un royalty para el bien común nacional dieron un portazo desde Arica a Magallanes, como diría un fanático futbolero.
Y no hablemos de cómo fueron entregados los derechos de agua. Endesa, como un simple ejemplo, se privatizó a fines de los 80 (uno de los que se la agenció fue José Yuraszeck, seremi de Planificación de Aysén en Dictadura, el mismo organismo que coordinó los estudios de caudales hídricos en nuestra tierra… ¡ oh, bendita casualidad !), se quedó con los derechos de agua del Baker y el Pascua entre enero y marzo del 90 (justo antes que se fuera Pinochet) y fue vendida a los españoles a mediados de esa década (el capital y el mercado no tienen nacionalidad).
Entonces, ¿de qué estamos hablando? No estamos apuntando sólo a que nos pongamos con la energía sacrificando nuestra vida en Aysén. Estamos apuntando a que, en realidad, hoy está en juego la dignidad regional. El derecho a decidir sobre nuestro territorio, no a la imposición.
Un tema fundamental es la información. La participación, el derecho a saber qué está en juego. Preguntas que apuntan al corazón de cualquier persona que no sólo viva en Aysén. Preguntas que apuntan al corazón de cualquier persona que ame este suelo, que ame a su gente. Porque nos prometen desarrollo y uno se pregunta ¿es el desarrollo que ha demostrado que Chile puede crecer, pero con una desigualdad que nos debiera avergonzar? ¿Es el desarrollo que a este ritmo hará en el futuro insostenible la existencia en la Tierra por los cambios que ha generado el ser humano? Porque no nos vengan con la monserga de que todo lo que hace el hombre impacta, porque es así pero hay niveles y niveles, y eso es sólo un recurso retórico para decir que todos somos responsables y que al final nadie lo es.
Como dicen los Jóvenes Tehuelches: Aysén Reserva de Vida… La vida no está en venta.


El divisadero. 7 -11-06

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