Bachelet en la “Cumbre del cambio climático”

“Bachelet debe definir la estrategia de mitigación y adaptación de la sociedad y la economía chilena a este cambio”
El viaje a New York de la Presidenta para asistir a la Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre cambio climático es crucial para que Chile lidere una posición sudamericana progresista, equivalente a lo hecho en México por Felipe Calderón, con un destacable programa de reducción de emisiones de CO2 y de protección del agua; y equivalente a lo hecho en Alemania por Ángela Merkel, para concretar 20% de energías limpias en la Unión Europea.
Chile cumple con los nueve criterios fijados por la Convención de Cambio Climático para los países más vulnerables: tiene zonas costeras bajas; áridas y semiáridas, expuestas al deterioro forestal; propensas a desastres naturales; expuestas a la sequía y a la desertificación; áreas con alta contaminación atmosférica; y ecosistemas de montaña, entre otros. Las temperaturas podrían aumentar entre 2 y 4º C durante esta centuria en Chile, lo que implica el desplazamiento de los ecosistemas en 100 kilómetros hacia los polos por grado de calentamiento y cambios en las temperaturas y lluvias, lesivos para la agricultura y la generación eléctrica.
Así, los compromisos de mitigación y adaptación al cambio climático, a priorizar por Bachelet, son: incorporar en la matriz energética al menos 10% de energías renovables al año 2020 y una meta de 15% de eficiencia energética, lo que ayudaría además a descontaminar; acelerar la formulación de la Estrategia Nacional de Cuencas y de desarrollo y protección del borde costero; y patrocinar con urgencia el proyecto de ley de protección de glaciares, hoy estancado en el Congreso, pues estas reservas de agua congelada están amenazadas por emprendimientos productivos que depositan polvo sobre los hielos o ejecutan tronaduras.
Tras su discurso, Bachelet debe definir la estrategia de mitigación y adaptación de la sociedad y la economía chilena a este cambio y, al mismo tiempo, asumir un liderazgo, o al menos una posición pro-activa para reformular los proyectos del desarrollo nacional ante este inquietante desafío.
Por Sara Larrín

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