Eficiencia energética, la gran olvidada en el debate Hidroaysén


En este diálogo de sordos, la eficiencia energética aparece como la gran olvidada dentro del debate. El tema entonces, no es solo pensar en el tipo de energía que tenemos que generar, sino en qué podemos hacer para disminuir los requerimientos energéticos sin perder competitividad.

Por Felipe Encinas P. Es arquitecto de la Pontificia Universidad Católica de Chile y MSc de la Universidad de Nottingham en el Reino Unido. Se ha desempeñado como académico, investigador y consultor de sustentabilidad y eficiencia energética en proyectos de arquitectura. Actualmente reside en Bélgica, realizando estudios de Doctorado en el equipo de investigación “Architecture et Climat” de la Universidad Católica de Lovaina.


Está claro, el debate sobre Hidroaysén —en buen chileno— definitivamente se chacreó. Lo más lamentable de esta situación es que en un principio el debate prometía ser interesante. Parecía que por primera vez los distintos actores políticos y sociales hablaban de cara a la ciudadanía acerca de cómo debería ser nuestra matriz energética de aquí a los próximos 30 años.

Al margen de que todo esto surgía a partir de la crisis que significaba la inclusión de un proyecto a todas luces controversial (y que para varios de nosotros presenta más inconvenientes que ventajas), la generación (¡finalmente!) de este debate, no podía sino significar una oportunidad interesante.

Sin embargo, se nos recordó rápidamente nuestra inmadurez a nivel país para enfrentar un debate complejo de manera seria. Es así como en poco tiempo, la discusión llego a un punto muerto de descalificaciones mutuas entre “los eco-terroristas que quieren volver a la época de las cavernas oponiéndose al desarrollo” (sic) y “los capitalistas sin corazón que no les importa destruir el medio ambiente con tal de llenarse los bolsillos de dinero” (sic). Claramente estamos frente a un diálogo de sordos, donde todos hablan al mismo tiempo pero nadie se escucha.

Seamos honestos. Discutiendo en estos términos, ¿es posible llegar a una conclusión inteligente? Difícil, ¿no es así? Sin embargo, desafortunadamente, las buenas maneras no es lo único que se ha olvidado en este debate.

Hoy por hoy, el gran argumento detrás de los que están a favor del proyecto es que si bien este puede presentar inconvenientes, en el escenario energético actual aparece como absolutamente necesario. Se señala —considerando un crecimiento de un 6% anual— que para los años 2020 y 2030, la matriz energética nacional se duplicaría y triplicaría, respectivamente.

Fuente: Portalinmobiliario.com


Una de las fuentes más citada en relación a estas proyecciones es el documento titulado “Política Energética: Nuevos Lineamientos. Transformando la crisis energética en una oportunidad”, elaborado por la CNE el año 2008. En este además se explicita la necesidad de contar con proyectos de generación hidroeléctrica para poder afrontar este importante crecimiento de la demanda.

Sin embargo, este mismo estudio señala que la “experiencia internacional muestra que si bien con el crecimiento económico habrá un inevitable aumento de la demanda energética, es posible lograr que este aumento sea proporcionalmente menor al crecimiento económico”.

Y es que la eficiencia energética ha sido la gran ausente dentro del debate de Hidroaysén, incluso desde el punto de vista de buena parte de los opositores del proyecto (haciendo girar casi todos los argumentos en torno a las energías renovables no convencionales, ERNC).

Este olvido podría ser entendible si en realidad la eficiencia energética como estrategia fuese una completa desconocida para nosotros. Sin embargo, en el año 2005 se creó el Programa País Eficiencia Energética (PPEE) que luego se convertiría (en noviembre del año pasado) en la Agencia Chilena de Eficiencia Energética (AChEE). En la continuidad de estas dos instituciones se ha acumulado una serie de experiencias nacionales muy exitosas en torno al tema.

Sin embargo, es claro que todavía para una buena parte de los consumidores, el concepto de eficiencia energética no ha sido internalizado. Vale decir, es evidente que si no prendemos la luz o no ocupamos el computador ahorraremos energía. Pero de eso no trata la eficiencia energética. En un sentido amplio, esta se entiende como la energía mínima necesaria para satisfacer ciertas necesidades manteniendo un nivel determinado de servicio o confort.

El tema, entonces no es solo pensar si lo que tenemos que construir son centrales hidroeléctricas, termoeléctricas, nucleares o implementar sistemas de ERNC, sino pensar en que podemos hacer para disminuir nuestros requerimientos energéticos sin perder competitividad.

DEBATE. La discusión debe ir más allá de si las centales son hidroeléctricas, termoeléctricas o nucleares.
Fuente: Portalinmobiliario.com


Esto es posible de hacer sin arriesgar crecimiento económico o el acceso a las comodidades del mundo actual (no se trata, por ejemplo, de dejar de utilizar la iluminación artificial, sino de reemplazar las ampolletas incandescentes por fluorescentes compactas). A nivel doméstico, se estima, por ejemplo, que esta sola medida puede reducir entre un 8% y un 10% el consumo eléctrico de una familia.

Está claro, que todavía falta bastante para que estos conceptos sean asumidos masivamente y de manera profunda. Los desafíos educativos para los colegios y universidades en este sentido son inmensos. Pero también lo es para las autoridades, en el sentido de implementar campañas de eficiencia energética no solo bajo el apremio de los momentos de crisis.

La definición de una política energética a nivel país —que necesariamente tendrá que ser discutida y ojala implementada a la brevedad posible— requiere también incorporar con fuerza dentro de sus posibilidades a la eficiencia energética.

Probablemente desde una óptica realista, todavía será difícil conseguir el desacoplamiento energético que se observa en países desarrollados —mal que mal, buena parte de la economía nacional se sustenta en actividades de gran intensidad energética— pero dado el gran potencial en eficiencia energética existente, si nos podremos ahorrar la necesidad de construir varias centrales eléctricas, del tipo que estas sean.


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