“Aysén es la mejor sala de clases en el mundo para poder enseñar estas cosas. Mar y archipiélagos increíbles, ríos que puedes navegar en kayaks de alta dificultad y otros en canoas más fáciles, montañas por todos lados, glaciares, eso es una sala de clases, una sala de clases que no está intervenida. Eso es una riqueza increíble”. Así describe este territorio Francisco Vio Giacaman, profesor de educación física de profesión, quien desde hace un tiempo reside en la Patagonia, no sólo motivado por el descubrimiento y relación de la inmensidad natural, sino por su labor como director de la Escuela de Guías de la Patagonia.
Este instructor de montaña de prestigiosas instituciones como Enam y Nols, y con un basto currículum y experiencias relacionadas al trabajo al aire libre, se encontraba trabajando en Conaf, específicamente, en un programa de educación ambiental impulsado por Naciones Unidas, cuando en el año 2002 surge la necesidad de formar guías locales que le dieran una mayor raíz a la actividad y turística regional.
Fue entonces que, con la intención de capacitar guías locales, organismos público privados de Aysén comienzan a trabajar y gestionar los fondos necesarios para generar una instancia que cumpliera dicha función. Así, en junio del 2003, instituciones regionales como el Servicio de Cooperación Técnica, Sercotec, el Área de Conservación de la Cultura y el Ambiente (Acca de la Patagonia) de Conama, y el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo, con el patrocinio de la Municipalidad de Río Ibáñez, la Corporación Nacional Forestal, Conaf, y el Servicio Nacional de Turismo. Sernatur, más el financiamiento de la Fundación Andes, le dan el vamos a la Escuela de Guías, liberando cerca de unos $100 millones, para la compra de equipos, la realización de las clases y otros.
De esta manera surgió la primera generación de la Escuela de Guías de la Patagonia, en el marco de un proyecto. Francisco Vio en esos momentos participaba como consultor, prestando algunos servicios. Culminó el plazo de ejecución de la iniciativa y la mayoría de las instituciones que habían prestado su apoyo hasta el momento decidieron no hacerlo más. Se había comprado una gran cantidad de equipo para realizar actividades al aire libre, y aquellos alumnos que habían surgido de la primera generación de la escuela no tendrían el respaldo de una institución que había durado lo que las platas y el tiempo habían determinado.
Pero una de las condicionantes que estableció la Fundación Andes al iniciar el proyecto, era justamente la continuidad del mismo. Así la Escuela de Guías de la Patagonia se constituyó como una corporación sin fines de lucro: una ONG. Aún cuando era un proyecto, y pese a lidiar con las formalidades y demandas de los diferentes estamentos involucrados, Vio cuenta que fue percibiendo que el trabajo que realizaba generaba cambios significativos en las personas.
“Hay gente que ha vivido toda su vida en ese entorno y siempre ha visto que esto es para otros, como que las áreas silvestres son para los gringos, no mías. Un chico me dijo una vez ‘nunca pensé que yo iba a caminar con una mochila y andar con crampones’, siendo que vivía a un kilómetro de un glaciar. Creo que esas cosas me fueron transformando e involucrando, y viendo que es algo que te hace bien al alma, no se trata de que solamente puedas pagar las cuentas a fin de mes, sino que también te llenes el corazón con alegría en el proceso de transformación y de educación de una persona”.
Locales y sustentables
Lo que parecía que quedaría en un proyecto transitorio ya es un institución educativa reconocida a nivel nacional. Es más, a los mismos directivos de la escuela se les ha pedido replicar su modelo en Temuco, con la reciente creación de la Escuela de Guías de la Araucanía y próximamente acontecerá lo propio en Atacama.
Pero tal vez su éxito en cuanto a homologar su modelo educativo en otras partes del país, las experiencias del mismo Vio enseñando en el extranjero, o bien, el hecho de poseer alumnos egresados trabajando en diferentes emprendimientos turísticos, educación ambiental, o temas a fines, no sea el mayor punto a destacar.
La escuela, utilizando un modelo innovador, recoge los principales principios y recomendaciones para reducir los impactos que el turismo puede causar en la naturaleza, lo que en EEUU se denominó “No deje Rastro”.
La búsqueda de la escuela es justamente generar una nueva cultura de guías a nivel regional, una persona capaz de llevar grupos de gente en forma segura por los maravillosos parajes patagónicos, cuidando respetando y educando respecto a la protección del medioambiente y entregando, además, un contexto del lugar que se visita, sus tradiciones, historia y particularidades.
Dennis Aldridge, jefe del Departamento de Áreas Protegidas y Medio Ambiente de Conaf en la Región de Aysén comenta que “el hecho de haber participado inicialmente en la formación o en la formulación de la escuela de guías, sin duda, que es un reflejo de que nuestro interés está justamente en la posibilidad de apoyar iniciativas que tengan que ver con una formación de guías que practiquen un turismo sustentable en la región (…) de modo que ese es un turismo que a nosotros nos interesa que se desarrolle que se masifique por esa vía, por esa filosofía”
Vio plantea que la mejor infraestructura de la Región de Aysén es, justamente, no poseer infraestructura. Si bien deben mejorarse los accesos hasta los lugares de interés, para el director de la Escuela debe hacerse hincapié en la formación de guías que den cuenta de la identidad de los lugares en los que ejercen.
“Es muy importante que exista un sendero, pero es mucho más importante una persona que te acompañe en el sendero y que te cuente una historia que te conecta con la identidad del lugar. Si yo voy a Lago Verde no son muy distintos los árboles a los que veo en Futaleufú o en La Junta, pero puedo encontrarme con una persona que me cuenta una historia de Lago Verde y cómo robaban animales a Argentina y como sus parientes están al otro lado de la cordillera y cómo se vive la vida en el lugar. Esa es la forma de hacer turismo que es propia de la zona de la Patagonia”.
Entendiendo que la propia gente de Aysén es la encargada de llevar a cabo esta misión, la Escuela de Guías ha desarrollado un sistema innovador de clases, que contempla instrucción teórica y práctica, en terreno, durante una semana por mes. Así, las personas que trabajan en el campo, otras que están en localidades alejadas de Coyhaique o bien quienes cumplen con otras obligaciones, pueden acomodar sus horarios y cumplir con las cerca de 2 mil 200 horas de clases, cifra que supera el promedio de un instituto de formación técnica, según señala Vio.
Rol activo en la comunidad
Formar personas, formar guías encargados de manejar grupos en condiciones que, muchas veces, son peligrosas no es el único fin de la Escuela. La búsqueda de esta organización ha ido más allá, con diferentes líneas de trabajos como consultorías, canalización de trabajo para los alumnos, desarrollo de proyectos y organización de actividades, todas estas en la línea de cumplir un rol más activo a nivel local.
Un ejemplo de esto es que en la actualidad, la agrupación trabaja en un proyecto de desarrollo sustentable de cabalgatas en Áreas Silvestres Protegidas. Financiado por Conama, a través del Fondo de Protección Ambiental, y en conjunto con el CIEP, Indap, Conaf y operadores Turísticos de Villa Cerro Castillo se busca en 2011 implementar y poner en marcha un plan para mejorar las actividades de cabalgata en áreas silvestres, disminuyendo y controlando el impacto de su actividad sobre el medio ambiente, resguardando la seguridad y la calidad para los visitantes, a la vez que se promueva la cultura del uso del caballo.
Dennis Aldridge, comenta que “es un buen comienzo como para poder empezar a proyectar este tema de las cabalgatas y ver cómo se puede ir manejando de modo que se haga más compatible con la protección de suelo principalmente y de la vegetación”.
Francisco Vio fundamenta esta lógica de cooperación que implementa la institución que dirige, “tiene que ver en cómo fortaleces a quienes te rodean. Si no crecemos con Sernatur, con la casa del turismo rural, con las Cámara de Turismo, con nuestro entorno, nos vamos aislando”.
Cerca del 48% del territorio aysenino es administrado por Conaf y más del 50% podría ser considerado como parque nacional en otras latitudes del país. Para Francisco Vio en la región existe una idea casi de lucha permanente en contra de la energía-naturaleza, en vez de aprovecharla, y es en este punto donde la Escuela enfoca el cambio de mentalidad, “el poder ayudar a gente local, a entender que estos espacios son súper privilegiados en el mundo y uno los tiene al alcance de la mano. Hay gente que gasta mucha plata en venir acá por lo lejos que estamos del resto del mundo y venir a disfrutar de escalar un cerro, de bajarlo esquiando, a descender un río, son oportunidades súper únicas y nosotros las tenemos cerca y tenemos que abrir esos espacios”.
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