Constatan Desconocimiento Legal entre Pobladores que Firman Contratos con Empresas de Estudios para Transmisión Eléctrica

Acuerdos dejan en la indefensión a propietarios de la Región de Aysén.


Contratos de febrero de este año entre NYSA S.A. y campesinos han establecido acuerdos por poco más de 20 mil pesos mensuales para que propietarios arrienden lotes de sus terrenos con el objeto de instalar estaciones de medición climática, autoricen tránsito ilimitado de técnicos, contratistas y subcontratistas, y se desistan de cualquier acción judicial ante eventuales perjuicios ocasionados a su propiedad por estos trabajos.
Los propietarios, fundamentalmente pobladores rurales, no cuentan con mayor conocimiento sobre la legalidad de este tipo de contratos ni tienen capacidad para negociar y hacer valer sus derechos. Y el Estado chileno, sus autoridades e instituciones, nada hacen al respecto.
La situación se torna grave al existir estudios internacionales que alertan de los efectos de cáncer y leucemia entre niños, generados por el tendido eléctrico de alta tensión, fin último (y desconocido por quienes suscriben) de los estudios.

Silenciosamente, sin tanta publicidad como la de sus aliadas Endesa y Colbún –HidroAysén- en el interés de construir represas en la Región de Aysén, ha venido trabajando desde hace un tiempo en la zona austral Transelec, empresa de transmisión eléctrica que espera construir el tendido de corriente continua que uniría las 4 centrales de los ríos Baker y Pascua con la capital del país. El objetivo, suministrar energía al Sistema Interconectado Central, demanda que se ha hecho fundamental por la incorporación a éste de nuevos proyectos mineros, según lo han reconocido las propias compañías eléctricas y que es la base de su proyección de consumo energético nacional de un 6,8 por ciento para los próximos años.
Si Transelec (empresa surgida en 1993 de la ya privatizada Endesa y que hoy es controlada por la firma canadiense Brookfield Asset Management) quiere participar en este negocio global de U$ 4.000 millones debe presentar su propio estudio de impacto ambiental por U$ 1.500 millones para así construir un tendido de 2 mil kilómetros que pasaría por 7 regiones y múltiples predios privados y fiscales, entre estos últimos muchos bajo estándar de protección especial como parques y reservas nacionales, importantes en términos turísticos y de preservación de la biodiversidad nacional. Uno de ellos, el Parque Pumalín ligado al empresario norteamericano Douglas Tompkins.
Es así que desde hace meses los pobladores de la Patagonia se han acostumbrado a ver a la vera del reconocido y turístico Camino Longitudinal Austral (Carretera Austral) monolitos, estaciones de monitoreo climático (fundamentalmente para medir la resistencia del tendido a condiciones extremas de nieve) y pequeñas torres con cables de alta tensión, instaladas por NYSA S.A., empresa dedicada a la "negociación y adquisición de derechos de servidumbre, asesoría y tramitación de concesiones y en general apoyo administrativo y legal para la ejecución de proyectos de transporte y generación de energía eléctrica" según explica la compañía en su sitio web. Fue esta misma la que operó durante el proceso de negociación con los pobladores del Alto Bío Bío, muchos de ellos pehuenche, en la polémica construcción de la represa Ralco. Hoy, su fin es entregar la información a Transelec.
El problema, al igual que con los contratos para estudios de Endesa España en el caso de las mencionadas represas, es que muchos ayseninos suscriben estos contratos sin saber con total claridad cuáles son sus derechos, qué es lo que está en juego, y qué están comprometiendo y entregando. Dirigentes de organizaciones ciudadanas han denunciado que en algunas ocasiones se ha informado que se trata de estudios para universidades, telefonía móvil y estaciones de radio VHF.
Efectos No Divulgados del Tendido
Aunque públicamente no se ha dado a conocer el trazado que se evalúa para el tendido eléctrico, existe mediana claridad (considerando la ubicación de las estaciones de monitoreo e informaciones extraoficiales), que las torres de alta tensión de entre 65 y 70 metros de altura con una franja despejada de 70 metros de ancho (una verdadera cicatriz en sectores de alto interés paisajístico y, por ende, turístico) serían seguras compañeras de los miles de turistas que cada año visitan la Región de Aysén movidos por los parajes de singular belleza, prístinos e intocados de la Patagonia.
En la zona la ciudadanía no ha dimensionado la magnitud del eventual impacto en términos de paisaje y plusvalía de las propiedades, ni tampoco respecto de sus efectos en la biodiversidad austral y la salud de las personas. Lo más cercano que se conoce es el tendido en la localidad argentina de Aldea Escolar, que durante la construcción de la represa Amutui Quimei ("belleza perdida" en mapudungún) durante los 70 tuvo un gran movimiento económico pero que hoy es un poblado deprimido y donde, según un estudio del Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino de Argentina realizado en el año 2000, existe la percepción de que el hecho de vivir bajo de los cables de alta tensión (y el correspondiente campo electromagnético) ha generado afecciones entre sus habitantes afecciones como cáncer y leucemia, principalmente en niños.
Pero no todo es percepción. En 1989 la Oficina de Evaluación Tecnológica del Congreso de Estados Unidos elaboró un informe que constata que "los campos eléctricos y magnéticos producidos por los sistemas de energía eléctrica pueden conllevar peligros para la salud... y pueden causar alteraciones biológicas", al que se agregó uno de 1990 de la Agencia de Protección Medioambiental del mismo país que determinó que "posiblemente hay un vínculo entre los campos electromagnéticos generados por los cables de alta tensión y el desarrollo de cáncer". Al otro lado del Atlántico, en Suecia, se descubrió que en niños expuestos a más de tres miligauss (medida de la radicación electromagnética) la probabilidad de presentar tumores y leucemia se multiplicaba por cuatro (en Chile Chilectra ha reconocido que los cables de alta tensión emiten 18,8 miligauss). Y en 1992, en Dinamarca, el doctor Jorgen H. Olsen constató que el riesgo de presentar leucemia infantil, linfoma y tumores cerebrales, aumentaba cinco veces en las personas que vivían cerca de una línea de este tipo y estaban expuestas a radiaciones mayores a cuatro miligauss.
Por eso, muchos piensan que debe ser una preocupación para la comunidad y las autoridades regionales y nacionales que en las cercanías de Cochrane se quiera construir una subestación que convierta de corriente alterna a continua los 2.500 megawatts (Chile entero tiene 12 mil) que se transmitirían desde las respectivas represas en los ríos Pascua y Baker. Y de ahí, a la Región Metropolitana a través de la que se pretende sea la infraestructura de este tipo más larga del mundo.
Para organizaciones regionales esta verdadera malla de cables de alta tensión y múltiples represas sería en la práctica convertir a la Región de Aysén en una despensa energética (la Gran Pila de Chile), echando por tierra el fuerte desarrollo turístico que ya ingresa anualmente U$ 40 millones a la zona y que cada año aumenta considerablemente. Y, claro, no podría ser considerado un lugar "sano" para vivir un territorio donde ya comenzó una verdadera carrera olímpica por construir centrales hidroeléctricas (la minera suiza Xstrata proyecta tres, Endesa quiere otras varias en el río Puelo, están en la mira los ríos Figueroa, Palena y Chacabuco, se han pedido en el último mes prácticamente todas las cuencas de Aysén con el mismo fin.

Los Contratos
El avance de NYSA S.A. se aprecia en los contratos que los pobladores han sucrito con la compañía, donde se detalla el tipo de instalaciones que se construirían pero que no dan cuenta de que la intención última es, eventualmente y si los números dan, expropiar y construir una torre de alta tensión en el propio predio del poblador. Como ejemplo, en uno de ellos el propietario arrienda a la empresa un terreno de 220 metros cuadrados para levantar las estaciones, por un total de $ 500 mil durante dos años, es decir, poco más de $ 20 mil mensuales (casi U$ 40). Además de obligarse por contrato a no poder reclamar ante la justicia u otro organismo público o privado por los equipos que se instalen en su propiedad y autorizar expresamente a los empleados de la empresa o de sus contratistas y subcontratistas a utilizar los caminos de acceso e interiores de todo el predio en cualquier momento, en el artículo noveno se señala expresamente que el monto "cubre, además del ejercicio de los derechos conferidos a NYSA S.A., el pago de todo perjuicio, de cualquier especie, que se cause al predio individualizado en la cláusula primera y al lote dado en arrendamiento con motivo de la instalación de los equipos, como también cualquier eventual disminución del valor comercial del predio individualizado, motivada por permanencia y operación de los equipos de muestreo meteorológico". Es decir, ante la eventualidad de que ocurra un siniestro en la propiedad, originado por los trabajo de la empresa, se colige que el poblador no tendría derecho a recurrir a la justicia.
Hasta el momento, no existe claridad sobre cuantas personas han suscrito contratos de esta naturaleza, tanto con las empresas contratistas de Transelec como con las de HidroAysén, pero un dato no menor son las decenas de instalaciones de este tipo y que cada cuatro kilómetros aproximadamente se ven entre Puerto Río Tranquilo y Villa Cerro Castillo, y las que están puestas en las comunas de Aysén (en las cercanías de Mañihuales), de Lago Verde y la Provincia de Palena, en la Región de Los Lagos. NYSA S.A. es controlada por los socios Gonzalo Cerda Alcalde, Andrés Enríquez Mosca y Arturo Le-Blanc Katalinic, y la empresa reconoce que gran parte de su experiencia viene del trabajo que desarrollaron sus socios como funcionarios de Endesa, Colbún y Transelec fundamentalmente desde que estas compañías pertenecieran al Estado chileno en el Gobierno de Augusto Pinochet.
Pero no es la única. A esta firma se suma la empresa Buen Tiempo, del ingeniero civil José Vergara, que desarrolló entre 2006 y 2007 un estudio nivometeorológico también para las líneas eléctricas del proyecto HidroAysén, viéndose instalaciones de su propiedad al norte de Coyhaique. Entre otras experiencias este consultor incluye el análisis de viento del frustrado proyecto del puente sobre el Canal Chacao. El lema de la consultora es "una empresa pequeña que apoya las decisiones de los grandes".
Entonces, la pregunta que queda, ¿quién hoy está apoyando las decisiones de los pequeños? La respuesta parece ser clara: por lo menos el Estado chileno, sus instituciones y autoridades, definitivamente no.
Comunicaciones
Coalición Ciudadana por Aysén Reserva de Vida
www.aisenreservadevida.cl
martes, 24 de julio de 2007

No hay comentarios.:

Publicar un comentario