Presidente de la Corporación CHILE AMBIENTE
En una carta a El Mercurio del 27-06-10 el nuevo vicepresidente ejecutivo de HidroAysén (HA), Daniel Fernández, destaca las ventajas, especialmente costo, de la hidroelectricidad para enfrentar nuestras necesidades energéticas. El llega tarde a este debate. No cabe duda que el petróleo es el pasado y es preciso innovar. Lo hemos dicho reiteradamente.
También hemos evocado el caso de Noruega que tiene el mayor consumo de electricidad del mundo, más de 25.000 Kwh. por habitante al año (Chile sólo 2.500), un 99% generada por unas 700 centrales hidroeléctricas activas, más del 80% de ellas de pasada, más aún Noruega prohíbe la construcción de represas desde comienzos del siglo.
Las grandes represas son también el pasado, una tecnología obsoleta por su negativo impacto. En Chile el 55% de la generación lo proporciona la hidroelectricidad de embalses, es decir Fernández a través de sus declaraciones nos propone más de lo mismo y trata de desinformar al público.
No es lo mismo tener 100 centrales de pasada de 27 mega watts, aprovechando la natural pendiente de nuestros cursos de agua, que una gran central de 2.700 megawatts a 2.200 Km. del centro de consumo. Las primeras producen mínimo impacto ambiental, proporcionan una seguridad energética inobjetable, múltiples centros de producción entregando a múltiples centros de consumo e impiden apagones como el que ya vivimos en marzo; crean fuentes locales de trabajo calificado, impiden la constitución de monopolios, son factibles técnica y financieramente, aquí y ahora, sólo mínimas modificaciones legales las harían surgir a lo largo de todo el territorio.
Las grandes represas son también el pasado, una tecnología obsoleta por su negativo impacto. En Chile el 55% de la generación lo proporciona la hidroelectricidad de embalses, es decir Fernández a través de sus declaraciones nos propone más de lo mismo y trata de desinformar al público.
No es lo mismo tener 100 centrales de pasada de 27 mega watts, aprovechando la natural pendiente de nuestros cursos de agua, que una gran central de 2.700 megawatts a 2.200 Km. del centro de consumo. Las primeras producen mínimo impacto ambiental, proporcionan una seguridad energética inobjetable, múltiples centros de producción entregando a múltiples centros de consumo e impiden apagones como el que ya vivimos en marzo; crean fuentes locales de trabajo calificado, impiden la constitución de monopolios, son factibles técnica y financieramente, aquí y ahora, sólo mínimas modificaciones legales las harían surgir a lo largo de todo el territorio.
Las grandes represas no son más baratas porque no asumen los costos ambientales que pagamos todos, no hay en Chile un impuesto por el uso del agua y no hay una forma oficial de calcular los costos ambientales. En relación a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) no son inocuas, los bosques que inundan dejan de captar CO2, el más importante GEI y su putrefacción libera metano, que es 30 veces más potente como GEI. El atrapamiento de nutrientes en los embalses afecta al plancton, que en Tortel, donde desembocan los ríos Baker y Pascua, se estima que captura más de 120 millones de toneladas de CO2 por su actividad biológica.
Las grandes represas no sólo emiten gases de efecto invernadero sino que impiden que el CO2 se capture. El ciclo del carbono es el balance entre la emisión y la captura, nuestro país tiene todavía un balance de carbono positivo por los 14 millones de hectáreas de bosque nativo y 2 millones de plantaciones forestales y su mar rico en plancton. Las grandes represas impiden el aporte de nutrientes indispensables para la reproducción del plancton. De eso nada dice Fernández a través de los medios, quizás lo ignora, a pesar que lo hemos señalado antes.
El argumento del costo competitivo que tendría HidroAysén es falaz. En 2005 sus proponentes señalaban que el proyecto tendría un costo de 4.000 millones de dólares, ahora subieron a 7.000 millones, represas y línea de transmisión (la más larga del mundo: 2.200 kilómetros, y 6.200 torres de 70 metros de altura) incluidas. ¿A cuanto llegarán realmente?
Es también falaz señalar la demanda energética de un mes, mayo 2010, como tendencia, especialmente cuando estamos saliendo de una disminución del consumo y todavía no recuperamos el nivel de hace dos años ¿Cree Fernández que el consumo aumentará en 50% en los próximos 10 meses? Si lo cree, no merece estar a la cabeza de tamaño proyecto, si no lo cree, tergiversa la realidad y supone que el público al que se dirige es ignorante o tardo de entendimiento.
Daniel Fernández comete las mismas faltas que HidroAysén: menospreciar la idoneidad de los servicios públicos y la permanente vigilancia de una ciudadanía más ilustrada y decidida a proteger el ambiente. El Estudio de Impacto Ambiental (EIA) y la documentación adicional presentada por HidroAysén carece de información esencial, por lo que recibió más de 3.000 observaciones de los servicios públicos la primera vez y más de 1.500 la segunda.
Además, Fernández omite en sus declaraciones del aspecto financiero del proyecto, que de construirse, la represa entregaría al sistema interconectado central casi 19.000 gigawatts hora al año, que al precio de nudo actual producirían un ingreso de 1.200 millones de dólares con un costo de generación de menos de 600 millones de dólares. Gran negocio monopólico.
El costo es el gran argumento de Daniel Fernández para justificar el proyecto HidroAysén, el costo fue el argumento que esgrimió para justificar la venta de los derechos de transmisión del mundial de fútbol a un canal de cable, dejando a más del 80% de los chilenos sin posibilidad de ver oportunamente los partidos. Visiones unilaterales y sólo financieras llevan a grandes errores, los mismos que está cometiendo al encabezar un proyecto que refuerza el monopolio de generación eléctrica y nada aporta al país, que tiene muchas otras fuentes para generar energía eléctrica.
Los que impulsamos con fervor las energías renovables, tenemos argumentos y alternativas para satisfacer nuestras necesidades, no sólo de energía sino del privilegio de contar en Chile con una zona de naturaleza agreste de la belleza e importancia de la Patagonia Chilena. Una necesidad que tiene un costo difícil de estimar, compartida por más del 50% de los chilenos que declaran en varias encuestas oponerse al proyecto.
Las grandes represas no sólo emiten gases de efecto invernadero sino que impiden que el CO2 se capture. El ciclo del carbono es el balance entre la emisión y la captura, nuestro país tiene todavía un balance de carbono positivo por los 14 millones de hectáreas de bosque nativo y 2 millones de plantaciones forestales y su mar rico en plancton. Las grandes represas impiden el aporte de nutrientes indispensables para la reproducción del plancton. De eso nada dice Fernández a través de los medios, quizás lo ignora, a pesar que lo hemos señalado antes.
El argumento del costo competitivo que tendría HidroAysén es falaz. En 2005 sus proponentes señalaban que el proyecto tendría un costo de 4.000 millones de dólares, ahora subieron a 7.000 millones, represas y línea de transmisión (la más larga del mundo: 2.200 kilómetros, y 6.200 torres de 70 metros de altura) incluidas. ¿A cuanto llegarán realmente?
Es también falaz señalar la demanda energética de un mes, mayo 2010, como tendencia, especialmente cuando estamos saliendo de una disminución del consumo y todavía no recuperamos el nivel de hace dos años ¿Cree Fernández que el consumo aumentará en 50% en los próximos 10 meses? Si lo cree, no merece estar a la cabeza de tamaño proyecto, si no lo cree, tergiversa la realidad y supone que el público al que se dirige es ignorante o tardo de entendimiento.
Daniel Fernández comete las mismas faltas que HidroAysén: menospreciar la idoneidad de los servicios públicos y la permanente vigilancia de una ciudadanía más ilustrada y decidida a proteger el ambiente. El Estudio de Impacto Ambiental (EIA) y la documentación adicional presentada por HidroAysén carece de información esencial, por lo que recibió más de 3.000 observaciones de los servicios públicos la primera vez y más de 1.500 la segunda.
Además, Fernández omite en sus declaraciones del aspecto financiero del proyecto, que de construirse, la represa entregaría al sistema interconectado central casi 19.000 gigawatts hora al año, que al precio de nudo actual producirían un ingreso de 1.200 millones de dólares con un costo de generación de menos de 600 millones de dólares. Gran negocio monopólico.
El costo es el gran argumento de Daniel Fernández para justificar el proyecto HidroAysén, el costo fue el argumento que esgrimió para justificar la venta de los derechos de transmisión del mundial de fútbol a un canal de cable, dejando a más del 80% de los chilenos sin posibilidad de ver oportunamente los partidos. Visiones unilaterales y sólo financieras llevan a grandes errores, los mismos que está cometiendo al encabezar un proyecto que refuerza el monopolio de generación eléctrica y nada aporta al país, que tiene muchas otras fuentes para generar energía eléctrica.
Los que impulsamos con fervor las energías renovables, tenemos argumentos y alternativas para satisfacer nuestras necesidades, no sólo de energía sino del privilegio de contar en Chile con una zona de naturaleza agreste de la belleza e importancia de la Patagonia Chilena. Una necesidad que tiene un costo difícil de estimar, compartida por más del 50% de los chilenos que declaran en varias encuestas oponerse al proyecto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario